El descubrimiento del mecanismo del éxito dentro de usted mismo - Libro Psico-Cibernética de Maxwell Maltz
Con su imaginación puede formularse una variedad de metas. Sólo el hombre puede dirigir su mecanismo del éxito mediante el uso de la imaginación o de su capacidad imaginativa.

“La imaginación dirige el mundo”, decía Napoleón.

“Las facultades imaginativas del hombre es lo que más le asemeja a Dios”
"Usted
puede imaginarse su futuro”, decía Henry J. Kaiser, quién atribuía la mayor
parte de sus éxitos en los negocios al empleo positivo y constructivo de la
imaginación creadora.

Henry John Kaiser fue un empresario industrial estadounidense, conocido como el padre de la moderna construcción naval norteamericana.
El torpedo alcanza su blanco yendo hacia adelante y cometiendo errores, que
corrige constantemente. Luego de una serie ininterrumpida de zig-zags, el
torpedo explota en el objetivo. Algo muy similar a lo descrito acontece con
respecto al sistema nervioso humano en cualquier momento en que el individuo se
dispone a emprender una actividad cualquiera.

Todo lo que hace el cerebro es seleccionar la meta, impulsar a la acción por el deseo y proporcionar información al mecanismo automático en tal forma que pueda corregir continuamente los movimientos que hagamos en el transcurso de la simple operación. Uno no se habría de decir conscientemente a sí mismo: “Debo contraer los músculos para elevar el brazo; ahora debo contraer los tríceps para extender el brazo, etc.” Usted lo hace y realiza la actividad, y no tiene conciencia de las órdenes consecuentes que da a los individualizados músculos, ni tampoco se pone a calcular el grado de contracción que necesitaría para ello.

Cuando “USTED” selecciona el objetivo y dispara, para ponerse en acción el mecanismo automático comienza a funcionar. Su mecanismo automático ha aprendido algo con respecto a la reacción correcta que necesitaba. Luego el mecanismo automático emplea el paquete de los datos suministrados al cerebro por los ojos. Este almacén de datos capacita al auto-mecanismo, para que corrija correctamente el movimiento a realizar hasta llevar a completada la actividad.
Es característico de todos los aprendizajes que la continua corrección llegue a perfeccionar éstos hasta dominarlos totalmente. Vemos ello en la persona que aprende a conducir un automóvil, la cual se “sobrecorrige”, y ello hace que siga su camino en continuos zig-zags a través de la calle.

Sin embargo, una vez que la corrección o la “reacción feliz” ha sido cumplida, se la “recuerda” para su uso futuro. El mecanismo automático duplica, entonces, la respuesta del éxito. “Recuerda” sus éxitos, olvida sus fracasos y repite la acción exitosa sin necesidad de ulteriores “ideas” conscientes, pues se le ha hecho ya un hábito.
Supongamos ahora que la habitación está tan oscura que usted no puede hallar los cigarros. Usted sabe, o confía, en que hay una cajetilla de cigarros sobre la mesa junto a objetos diversos. Instintivamente, su mano comenzará “a ir buscando” de adelante atrás y de lado a lado formando movimientos en zig-zag y rechazando un objeto después de otro hasta que encuentra los cigarrillos y los "reconoce". Este es un ejemplo del segundo servo-mecanismos.

Un “escudriñador” en su cerebro escudriña entre los recuerdos almacenados
en él mismo hasta llegar a reconocer el nombre correcto.
Cuanto más sabemos respecto a lo que concierne al cerebro humano, más nos parece éste –sobre todo en lo referente a sus funciones- un servo-mecanismo. Cuando fueron tocadas ciertas áreas de la corteza, los pacientes no solo recordaron las incidencias pasadas sino que revivieron, de manera real, todos los aspectos, los sonidos y las sensaciones de la experiencia original.

“Hay una mente común que abarca a todos los seres humanos”
“Las ideas están en el aire”.
“Hemos averiguado –dice el Dr. Rhine-, que hay una capacidad de adquirir conocimientos que trasciende las funciones de los sentidos”. Esta capacidad “extra-sensorial” puede proporcionarnos el conocimiento exacto de los estados objetivos tanto como de los subjetivos, el conocimiento de las cosas y, con la mayor probabilidad, hasta el de las mismas ideas.
Corteza Neuronal humana.
Simulacion del Universo de Max Planck
El proceso de buscar una nueva idea o una contestación a un problema determinado es, en realidad, muy similar al que se experimenta al tratar de bucear en la memoria para hallar un nombre que habíamos olvidado. Usted sabe que el nombre “está allí”, porque, en el caso contrario no trataría de buscarlo. El “escudriñador” escudriña en su cerebro, retrayéndose a las memorias almacenadas, hasta que el nombre deseado llega a ser “reconocido” o “descubierto”.
Es exactamente igual que cuando nos proponemos hallar una nueva idea o la solución a un problema: Debemos pre-asumir que la contestación o solución existe ya en algún lugar, y en ese caso, nos disponemos a buscarla.
Todo ser humano ha sido hecho por el Creador para que pueda alcanzar el éxito.
Todo ser humano tiene acceso a una fuerza mucho más grande que la que posee.
Ese acceso a la fuerza es UNO MISMO.

Si usted fue creado para obtener el éxito y la felicidad, entonces el viejo cuadro que posee acerca de sí mismo no es válido para la consecución de este último estado anímico. El cuadro mental de la persona que cree poder fracasar debe constituir, pues, un gran error.

La elaboración del mecanismo del éxito debe presentársele como una meta o un blanco que tiene que alcanzar o atinar a él. Estas metas o blancos deben ser concebidos como “si ya existieran”, bien en forma real o en potencia.

Opera:
1)
Guiándole hacia una meta que ya existe
2)
“Descubriéndole” algo que ya existía.

Debe ser orientado hacia “resultados finales”, a verdaderas metas. Piense en términos del “resultado final” y los medios por los cuales, con cierta frecuencia, tenemos que cuidarnos de alcanzarlo.
No tema cometer errores o experimentar fracasos incidentales. Todos los servo-mecanismos alcanzan sus respectivas metas mediante procesos retroactivos de carga de alimentación (feed-back), que son a la vez de carácter negativo, o cometiendo errores y corrigiéndolos en su curso hacia la meta.
Debe usted confiar en que su mecanismo del éxito haga el trabajo, y “no presionarlo”, llegando a preocuparse demasiado o mostrándose excesivamente ansioso por si éste trabaja o no, o tratando de obligarle a ello mediante un multiplicado de esfuerzo consciente. Usted debe “dejarle” que funcione en lugar de “hacerle” funcionar. Esta confianza es necesaria ya que el mecanismo de creación opera debajo del nivel de la conciencia y usted no podrá “saber” lo que está aconteciendo en la superficie. Además su característica natural consiste en funcionar espontáneamente de acuerdo a las necesidades presentes.

El mecanismo del éxito comienza a operar tan pronto como usted actúa y en
tanto que se autodemanda algo con respecto a sus propios actos.
Debe actuar como si el mecanismo del éxito estuviera allí y empezase a operar por sí mismo.




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